El cabello lo es todo para la mujer negra, es como una amalgama de estéticas, donde anidan sentimientos y
pasiones. Me di cuenta de esto en un salón de peluqueras en Sudáfrica.
Me encontré un espacio de diálogo entre diversas generaciones. Un grupo de niñas, al cuidado de la abuela, admiraban, tranquilas.
El cabello, para una mujer africana, significa su otro yo, una extensión de la mujer empoderada, un mecanismo de liberación y búsqueda de nuevos horizontes, así que trenzarse el cabello es el camino liberador de quien busca fuerzas.
El salón era familiar, la abuela, las hijas, las nietas, todas mujeres, todas liberando a otras mujeres en búsqueda. Estaba rodeada de tradición, sabia popular, familia. Aunque hablaban poco inglés, el solo escuchar la lengua Sutu, hizo que brotara un sentimiento de pertenencia.
No pude contenerme y comenzar a dialogar con esas mujeres acerca de su trabajo en la peluquería y si era así en otros salones. La señora mayor (trenzando hábilmente mis cabellos) respondió con un “YES” que corroboró mis observaciones.
Las sonrisas, los cantos, la delicadeza del trenzado, iban tejiéndose entre historias, oráculos, consejos…monumentos a la lucha silenciosa de miles de mujeres en África. La belleza del cabello es la mera justificación para estar unidas. Por un momento no hablaron de hombres.
La sensación de estar protegida me acompaño en mi estancia en aquel salón. Una sonrisa de Zenele, la señora que hacia mis trenzas, fue el regocijo del trabajo terminado. Frente al espejo, observe detenidamente mis cabellos trenzados, imaginando las miles de historias que llevaría dentro de él.
sankofa86 